viernes, 29 de diciembre de 2017

La Navidad de Jesús: el mas grande gesto de amor de Dios.

La Navidad de Jesús: el más grande gesto de amor de Dios.

Jesús fue don de amor del Padre, y nosotros debemos ser don para los demás. Es ése el verdadero significado del intercambio de los dones en Navidad

Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
 En la semana del nacimiento del Señor Jesús, y más precisamente en la Solemnidad de san Juan, Apóstol y Evangelista, el Papa Francisco dedicó su catequesis semanal al significado de la Navidad.  
En primer lugar dirigió su mirada al pesebre y en particular a la liturgia de estos días, que nos hicieron volver a vivir el día del nacimiento de nuestro Salvador.
A partir de allí, y siempre con el corazón y la mente en el significado más profundo del nacimiento de Cristo, el Obispo de Roma reflexionó sobre una realidad de nuestros días, a saber, la “desnaturalización”, de la Navidad.
“Dedico la catequesis de hoy a reflexionar sobre el significado de la Navidad. En nuestros días, estamos asistiendo a una especie de «desnaturalización» de la Navidad. En nombre de un falso respeto ante quien no es cristiano, muchas veces se esconde la voluntad de marginar la fe, eliminando todo tipo de referencia al nacimiento de Jesús. Sin embargo, el verdadero sentido de estas fiestas se encuentra en Jesús, es Él quien da sentido a todo lo que celebramos”.
Sin Jesús no hay Navidad
Esta desnaturalización de la Navidad que, como observó el Papa, “se da particularmente en Europa”, “en nombre de un falso respeto que no es cristiano”, y que “a menudo esconde la voluntad de marginar la fe”,  hace por una parte que sí, sea una fiesta, “pero no es la Navidad”, porque no está en el centro Jesús. Si en el centro está Jesús –explicó Francisco- , también todo el contexto, a saber, las luces, los sonidos, las distintas tradiciones locales, incluidos los alimentos característicos, convergen para crear la atmósfera de la fiesta.
Si recibimos a Jesús nos convertimos en don para los demás
“Nosotros, como los pastores del Evangelio, estamos llamados a buscar la verdadera luz que es Jesús, que es el don de Dios a la humanidad que se encuentra inmersa en la oscuridad de la noche. Cuando acogemos a Jesús en nuestras vidas, nos convertimos en un don para los demás”.
En este mismo punto, en su catequesis en italiano, el Santo Padre profundizó en esa “luz que es Jesús”, describiendo y volviendo a repasar el sorprendente modo en que nuestro Salvador se muestra al mundo: “nace de una pobre joven desconocida, que lo da a la luz en un establo, con la única ayuda del marido. El mundo no se da cuenta de nada, pero los ángeles en el cielo – que saben de esto - exultan”.  Así es como Jesús se presenta también a nosotros, como el don de Dios para la humanidad. Y por este motivo -explicó Francisco - nosotros los cristianos nos intercambiamos regalos, porque el verdadero don para nosotros es Jesús y, como Él, queremos ser don para los demás.
La humanidad prefiere la oscuridad
Lamentando, con otras palabras, el hecho de que aun hoy, “a menudo la humanidad prefiere la oscuridad”, porque sabe “que la luz revelaría todas las acciones y pensamientos que harían enrojecer o remorder la conciencia”, el Santo Padre explicó el significado de acoger el don de Dios que es Jesús, que es “volverse cada día un don gratuito para quienes se encuentran en nuestro mismo camino”.
Su Santidad citó luego al gran pregonero de Jesucristo, san Pablo, en su carta a Tito, cuando escribe que la gracia salvífica de Dios se manifestó, «enseñándonos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad», para subrayar que la encarnación de Cristo, nos ha abierto el camino de la vida nueva, que debe estar fundada no en el egoísmo, sino en el amor.
Con los pequeños Dios quiere construir un mundo nuevo
“Jesús viene a este mundo y los primeros destinatarios de su venida son los pequeños y despreciados, con los que establece una amistad que continúa en el tiempo. Con ellos, en cada momento, Dios desea construir un mundo nuevo en el que no haya más personas rechazadas, descartadas ni maltratadas”.
El Romano Pontífice destacó asimismo un aspecto importante de la Navidad, y es que en ella podemos ver cómo la historia humana es “visitada” por la historia de Dios: “Dios involucra a aquellos que, confinados a los márgenes de la sociedad, son los primeros destinatarios de su don”, dijo. Estas personas en el pesebre están representadas por los pastores de Belén: a ellos «se les apareció una gran luz» (Lc 2,9-12), que los condujo a Jesús; y “con ellos en todos los tiempos, Dios quiere construir un mundo nuevo, en el que no haya más personas rechazadas, maltratadas e indigentes”. “Ellos eran los emarginados, los mal vistos, los despreciados”. Y sin embargo, a ellos se les apareció primero Jesús.

En las últimas palabras que el Santo Padre pronunció en nuestro idioma hoy, animó a todos a abrir la mente y el corazón para acoger a Jesús que es el don de Dios para nosotros: “si lo acogemos también nosotros – dijo - podremos serlo para los demás, especialmente para los necesitados de atención y de ternura”. Así, añadió en italiano, Cristo vuelve a nacer una vez más en la vida de cada uno de nosotros, a través nuestro y continúa siendo don de salvación para los pequeños y para los excluidos. 

jueves, 7 de diciembre de 2017

7 medios espirituales para recibir a Cristo en la Navidad.

1. Ayunar en Adviento

Si bien las cuatro semanas previas a la Navidad tienen un carácter “más alegre” que la penitencia previa a la Pascua, nosotros debemos esperar 
hasta el cumpleaños de Jesús para celebrar en la cena avideña.

Este sacrificio, además de tener un valor espiritual, genera más gusto y expectativa en la Navidad.

2. Levantarse 10 minutos más temprano

No es fácil levantarse temprano por las mañanas, pero un poco más 
de tiempo cada día nos da la oportunidad de empezar bien la jornada con Dios: una oración personal por la mañana, una breve lectura de las Escrituras, el rezo del Rosario, etc.

San Josemaría Escrivá dice que el momento de levantarse es el "minuto heroico", el cual decide sobre todo el día.

La Biblia nos dice que San José solía levantarse rápidamente de un sueño y, sin duda, es una gran ayuda para quienes les cuesta dejar de lado la comodidad.

3. Obsequiar presentes desde el corazón

Todos los días se puede obsequiar un pequeño regalo, carta o imagen. Siempre me pregunto ¿por qué no dar una alegría a alguien por cada día de Adviento?

Es bueno tener un plan previo: obsequiar quizás una fotografía en blanco y negro a un familiar, juguetes de mis hijos para un sobrino, las chaquetas de invierno para un hogar de niños huérfanos o hacer galletas para una casa de ancianos.

4. Tener un tiempo de silencio cada día

Todos los días de Adviento debemos contar con una hora de silencio. Ni radio, ni teléfono, ni televisión, ni música de fondo, sino utilizar el tiempo para momentos de oración y reflexión. Y si sentimos inquietud o preocupaciones, debemos enderezarlas para dejar que el Mesías entre en el corazón. La paz externa y silencio interior limpia casi automáticamente el alma.

5. Visitar a Jesús

La Navidad no es de “Santa Claus”, sino del pequeño niño en el pesebre. Aquí es el Hijo de Dios quien nos alimenta verdaderamente, tan pequeño y, que sin pretensiones, está presente en todos los tabernáculos.

La Navidad es la celebración del "pan vivo" que ha llegado del cielo como nuestro alimento. Belén significa "casa del pan".

Todos los días se puede visitar la iglesia aunque sea solo unos minutos. Asistir a Misa es una forma de devoción.

6. Confesarse

Jesús nace en un establo, en pobreza y modestia, lejos del bullicio de los albergues. Sin embargo, ciertamente San José tuvo que remover las telarañas y la suciedad alrededor, mientras que Nuestra Señora desempaquetó ropa de cama limpia para preparar un buen lugar al recién nacido. Por encima de todo, tenían un corazón lleno de amor puro.

Sin confesión no hay una buena Navidad para los católicos. La paja vieja o podrida debe ser barrida del corazón. Otras veces limpiar el polvo es suficiente, pero Jesús siempre quiere encontrar una morada donde pueda reposar.

7. Devoción a María

Sin María no existiría Jesús. Sin María no podríamos celebrar la Navidad porque el Hijo de Dios no se habría convertido en hombre. Por lo tanto, el camino a Belén es el de la Madre de Jesús, que es nuestra también.

Todos los días se debe rezar el Rosario. Debemos orar a la Virgen María todos los días de Adviento para recibir a Jesús y no solo en la víspera de Navidad.

También debemos orar por la maternidad de todas las mujeres que esperan o han perdido un hijo en esos días.

Es menester dirigirnos a nuestra Madre, a quien le pedimos su intercesión en nuestras necesidades, para darle gracias por su 'sí' en Nazareth, por el cuidado y la crianza de Jesús, por su ayuda maternal a Él y a nosotros, por su lealtad en la Cruz.

Podemos obsequiarle flores, una oración especial o una pequeña peregrinación a una iglesia. También podemos darle todos los días una nueva alegría, quizá reconciliándonos con antiguos enemigos, renunciado a malos hábitos u ofreciendo nuestro trabajo por más difícil que sea.

¿Por qué todo esto? Solo para hacerla feliz. Para darle algo a cambio del mejor regalo de todos: ¡Jesús!