viernes, 16 de diciembre de 2016

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta. 15.12.16

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
Jueves, 15 de diciembre de 2016
La figura de hoy es Juan el Bautista. Es la misma liturgia del Adviento, ayer, hoy y mañana, la que refleja su ministerio: un hombre que vivía en el desierto, predicaba y bautizaba. Todos iban a buscarlo, hasta los fariseos y los doctores de la ley, pero con despego, o sea, para juzgarlo y sin dejarse bautizar. En el Evangelio de hoy, Jesús pregunta a la gente qué han ido a ver en el desierto: ¿Una caña agitada por el viento? ¿Un hombre vestido con ropas lujosas? No a un hombre vestido con trajes de lujo, porque los que viven en el lujo están en los palacios del rey, alguno en el obispado. Lo que han ido a ver es un profeta, y más que un profeta, porque entre los nacidos de mujer no hay ninguno más grande que Juan, el último de los profetas, porque después de él está el Mesías. Era un hombre fiel a lo que el Señor le había pedido, grande por ser fiel. Con una grandeza que se veía también en su predicación. Predicaba fuerte, decía cosas feas a los fariseos, a los doctores de la ley, a los sacerdotes. No les decía: ‘Pero queridos, comportaos bien’. No. Les decía: ‘Raza de víboras’, así. No se andaba con tapujos. Porque se acercaban para vigilarlo, para ver, pero nunca con el corazón abierto: ‘Raza de víboras’. Arriesgaba la vida, sí, pero era fiel. Luego a Herodes, a la cara, le decía: ‘Adúltero, no te es lícito vivir así, ¡adultero!’. ¡A la cara! Y es seguro que si un párroco hoy en la homilía dominical dijese: ‘Entre vosotros hay algunos que son raza de víboras y hay tantos adúlteros’, seguro que el obispo recibiría cartas de desconcierto: ‘Expulse a este párroco que nos insulta’. Y este insultaba. ¿Por qué? Porque era fiel a su vocación y a la verdad.

Sin embargo, con la gente era comprensivo: a los publicanos, pecadores públicos que explotaban al pueblo, les decía: “No pidáis más de lo justo”. Comenzaba con poco. Luego veremos. Y los bautizaba. Primero ese paso. Luego veremos. A los soldados, a los policías, les pedía que no amenazaran ni denunciaran a nadie, y se contentaran con su salario. Eso quiere decir no entrar en el mundo de los sobornos. Cuando un policía te detiene, te hace la prueba del alcohol, hay un poco más: ‘Eh, no, pero… ¿Cuánto? ¡Venga!’. No, eso no. Juan bautizaba a todos esos pecadores, pero con ese mínimo paso adelante, porque sabía que con ese paso luego el Señor hacía el resto. Y se convertían. Es un pastor que comprendían la situación de la gente y la ayudaba a ir adelante con el Señor. Juan fue además el único de los profetas al que se le concedió la gracia de señalar a Jesús.

A pesar de que Juan fuese grande, fuerte, seguro de su vocación, también tenía momentos oscuros, tenía sus dudas. Porque desde la cárcel comienza a dudar, aunque había bautizado a Jesús, porque era un Salvador no como él lo había imaginado. Y entonces envía a dos de sus discípulos a preguntarle si era Él el Mesías. Y Jesús corrige la visión de Juan con una respuesta clara. Dice que le cuenten a Juan que los ciegos recobran la vista, los sordos oyen, los muertos resucitan. Los grandes se pueden permitir dudar, porque son grandes, y eso es bonito. Están seguros de la vocación pero, cada vez que el Señor les hace ver un nuevo tramo del camino, les entran dudas. ‘Pero esto no es ortodoxo, esto es herético, ese no es el Mesías que yo esperaba’. El diablo hace esa labor y algún amigo también ayuda, ¿no? Esa es la grandeza de Juan, un grande, el último de aquella legión de creyentes que comenzó con Abraham, el que predica la conversión, el que no usa medias palabras para condenar a los soberbios, el que al final de su vida se permite dudar. ¡Y ese es un buen programa de vida cristiana!

En síntesis: decir las cosas con verdad y recibir de la gente lo que puedan dar, un primer paso. Pidamos a Juan la gracia de la valentía apostólica de decir siempre las cosas con verdad, del amor pastoral, de recibir de la gente lo poco que pueden dar, el primer paso. Dios hará lo demás. Y también la gracia de dudar. Muchas veces, quizá al final de la vida, se puede uno preguntar: ‘¿Pero es verdad todo lo que yo he creído o son fantasías?’, la tentación contra la fe, contra el Señor. Que el gran Juan, que es el más pequeño en el reino de los Cielos, por eso es grande, nos ayude por esa senda tras las huellas del Señor.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Santa Misa con ocasión de la peregrinación jubilar de los detenidos

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El papa Francisco celebra la Santa Misa con ocasión de la peregrinación jubilar de los detenidos con los familiares, del personal penitenciario, de los capellanes de las cárceles, de las asociaciones que ofrecen asistencia en el interior y exterior de las cárceles.

martes, 20 de septiembre de 2016

El Papa convoca a todos el martes 21 de septiembre, a una ‘Jornada de Oración por la Paz’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco invitó a todos a vivir el último día del encuentro de oración por la paz en Asís, el próximo martes 21, como “una Jornada de oración por la paz. La invitación llega después de que el Santo Padre rezó este domingo desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, la oración del ángelus ante la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos y fieles le esperaban.
“El próximo martes iré a Asís para el encuentro de oración por la paz, treinta años después de aquel histórico que convocó san Juan Pablo II” dijo. Y añadió: “Invito a las parroquias, asociaciones eclesiásticas, individualmente a los fieles de todo el mundo para que vivan ese día como una Jornada de oración por la paz”.
Porque, aseguró el Santo Padre, “hoy tenemos necesidad de paz en esta guerra que existe en todas las partes del mundo”.
“Recemos por la paz –pidió el Papa– siguiendo el ejemplo de san Francisco, hombre de fraternidad y de bondad” porque “estamos todos llamados a ofrecer al mundo un fuerte testimonio de nuestro empeño común por la paz y la reconcilación entre los pueblos”. Y concluyó: “Así el martes, todos, unidos en oración. Recemos por la paz”.
El encuentro ‘Sed de paz. Religiones y cultura en diálogo’, que inicia hoy domingo, contará con la presencia de líderes mundiales de 9 religiones, 6 Premio Nobel de la paz, representantes del mundo de la cultura, un grupo de 25 refugiados y el martes con la participación del papa Francisco.
En total serán 511 líderes religiosos provenientes desde todo el mundo y unas 12 mil personas podrán seguir los eventos religiosos y las 29 conferencias que se realizarán.
Así 30 años después de la histórica Jornada de Oración por la Paz impulsada por san Juan Pablo II , hombres y mujeres de religiones y culturas diferentes, se reunirán durante 3 días para hablar, confrontarse y orar uno junto al otro en el Espíritu de Asís.

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta Lunes, 19 de septiembre de 2016

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
Lunes, 19 de septiembre de 2016
Dejar que salga la luz de la fe, hacerla brillar ante los hombres, acabamos de leer en el Evangelio de hoy (Lc 8, 16-18). Pero hay peligros que amenazan apagarla, y hay que protegerla. Proteger la luz es proteger algo que se nos ha dado como don, y si somos luminosos, lo somos en ese sentido: en el de haber recibido el don de la luz el día del Bautismo. En los primeros siglos de la Iglesia, como todavía hoy en algunas Iglesias orientales, al Bautismo se le llamaba la Iluminación.

Esa luz no se puede tapar. Si la tapas te vuelves tibio, o simplemente un cristiano de nombre. La luz de la fe es luz de verdad, la que nos da Jesús en el Bautismo, no es una luz artificial. Es una luz mansa, serena, que nunca se apaga. Pero hay una serie de comportamientos que amenazan con esconder esa luz, y hemos de seguir los consejos que el Señor nos recomienda en la primera lectura (Pr 3,27-34), para que esa luz no se vuelva oscura. Ante todo, no hacer esperar al que lo necesita. No retrasar nunca el bien; el bien no aguanta el frigorífico: el bien es de hoy, y si no lo haces hoy, mañana no estará. No esconder el bien para mañana, porque ese «anda, vete; mañana te lo daré» tapa la luz, y puede ser una injusticia. Otro modo —son consejos para no tapar la luz— es «no trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo». Cuántas veces la gente confía en una persona o en otra y éste trama el mal para destruirlo, para mancharlo, para hacerlo caer. Es el pequeño trozo de mafia que todos tenemos a mano. ¡El que se aprovecha de la confianza del prójimo para tramar el mal, es un mafioso! ‘Pero si yo no pertenezco a…’: sí, eso es mafia, aprovecharse de la confianza… Y eso tapa la luz. Te hace oscuro. ¡Toda mafia es oscura!

Luego está la tentación de pelearse siempre, el placer de pelear incluso con quien no nos ha hecho nada malo: «no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño». Siempre buscamos algo para discutir. Pero, al final, eso cansa: no se puede vivir así. Es mejor dejar pasar, perdonar, disimular no haberlo visto… no discutir continuamente. Otro consejo que da el Padre a sus hijos para no tapar la luz: «no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos». Y muchas veces, algunos tenemos celos, envidias por los que tienen cosas, los que tienen éxito, o los que son violentos. Repasemos un poco la historia de los violentos, de los poderosos. Es tan sencillo: los mismo gusanos que nos comerán a nosotros se los comerán a ellos; ¡los mismos! Al final seremos todos iguales. Envidiar el poder, tener celos… eso tapa la luz. De aquí el consejo de Jesús: Sed hijos de la luz y no hijos de las tinieblas; proteged la luz que se os dio como don el día del Bautismo. Ni esconderla bajo la cama, sino protegerla. Y para proteger la luz están esos consejos, que hay que  poner en práctica todos los días. No son cosas raras: todos los días vemos esas cosas que tapan la luz.

Que el Espíritu Santo, que todos recibimos en el Bautismo, nos ayude a no caer en esas feas costumbres que tapan la luz, y que nos ayude a llevar adelante la luz recibida gratuitamente, esa luz de Dios que hace tanto bien: la luz de la amistad, la luz de la mansedumbre, la luz de la fe, la luz de la esperanza, la luz de la paciencia, la luz de la bondad.

sábado, 23 de julio de 2016

Texto completo del “DIARIO” de Santa Faustina

El Diario
Para todos aquellos que vivieron las duras experiencias de la II Guerra Mundial, las palabras que quedaron escritas en el Diario de santa Faustina, aparecen como un Evangelio extraordinario de la Divina Misericordia, escrito desde la perspectiva del siglo XX.
Juan Pablo II
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dziennik

sábado, 27 de febrero de 2016

Adoración perpetua PRIMER ANIVERSARIO.


HACEN FALTA ADORADORES


Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él darás culto (MT 4, 10) El día 6 de marzo a las 18 h celebraremos la Eucarística de Acción de Gracias por el primer aniversario de la inauguración de la capilla, le daremos gracias al Señor porque en Gandia lo podamos adorar, alabar y venerar, pero también le pediremos que nos de el don de la perseverancia y la constancia en la adoración, que venimos a estar con Él y también le pediremos que seamos misioneros y divulgadores de la adoración, que no tengamos miedo ni vergüenza de invitar a nuestros familiares, amigos, en nuestro trabajo, porque lo que les ofrecemos es lo más grande y queremos lo mejor para todos. Por último lo que obtenemos de la adoración es la paz de Cristo, que viene del encuentro con Él, esa paz verdadera es la que reina en la capilla y en el corazón del adorador. Demos testimonio de la fe y el amor hacia nuestro Señor y ayudemos a que otros se acerquen a Él. De nuevo animaros a perseverar en la adoración y que proclamemos y divulguemos la adoración siempre que tengamos ocasión y sin miedo. Alabado sea el Santísimo Sacramento.
 Eduardo Mahiques


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BREVE GUÍA DEL ADORADOR 
Adora a tu Señor en silencio. En el silencio del corazón Dios nos inspira y de ese modo nos habla. El silencio permite también respetar el diálogo íntimo y la oración de los otros. Puedes pasar tu hora santa de adoración come lo desees, recordando siempre que estás ante la presencia de tu Señor y Salvador. Sugerencias: Puedes leer un pasaje del Evangelio (en la capilla habrá algunos ejemplares del Nuevo Testamento) o bien traer tu Biblia y alabar al Señor con algún salmo (p. ej. 145, 146, 147,.. o el maravilloso salmo 104) o con el Canto de los tres jóvenes (Daniel cap. 3 versículos 52 y siguientes) o simplemente alabarlo espontáneamente. El Señor es digno de toda alabanza, honor, gloria y acción de gracias. Agradécele por los beneficios recibidos, por el don de tu vida y por de los otros, y por todos tus amigos, familiares, por cada cosa y sobre todo por esta gracia inmensa de poder adorarlo día y noche en esta capilla. Verás tú mismo cuántas son las cosas por las que debemos agradecer y alabar a nuestro Dios. Puedes también hablar con Él, contarle tus problemas (claro que Él los conoce pero se complace que tú se lo digas y busques en Él la solución, la luz, la respuesta). Seguramente tendrás muchas personas por las que interceder. Recuerda que con tu adoración puedes reparar los sacrilegios, blasfemias, ultrajes e indiferencias cometidos contra Dios, y todas las ofensas contra la Santísima Virgen y los santos. Desde luego, puedes sencillamente contemplarle en tu silencio, dejándote abrazar por su amor y recibiendo su paz. Puedes también rezar el Rosario, que es como contemplar a Jesús con los ojos y el Corazón de María. Recuerda siempre que el Jesús que tú contemplas es el mismo que está realmente delante de ti. Y así, por ejemplo, cuanto medites el primer misterio gozoso ten presente que ese Jesús que está delante de ti es el mismo que se encarnó en el seno de la Virgen María. Así también el que fue llevado por María a la casa de Isabel o el que nació en Belén... La hora que tú pasas con el Señor no se mide en minutos sino en gracias, bendiciones, protección, frutos, mayor intimidad y conocimiento de Dios. Esa hora el Señor la bendice y multiplica en beneficios incalculables, esa hora que tú le ofreces a Dios tiene valor de eternidad, es tu hora santa. 
Dijo el Santo Padre Benedicto XVI: “Sin adoración no habrá transformación del mundo… Adorar no es un lujo, es una prioridad”. Ten presente que si la capilla puede estar siempre abierta, día y noche, para quien quiera que sea a la hora que sea puede acercarse hasta el Señor y recibir quizás la misma salvación (abundan los testimonios de personas que se encontraron con Dios porque la iglesia estaba abierta), es porque tú constituyes ese eslabón de la cadena de amor y adoración que lo hace posible. Que esto sea siempre un motivo de alegría y un aliciente más para tu fidelidad en la adoración. 

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Queridos hermanos adoradores: 
Un año que transcurre en silencio, y nunca mejor dicho, porque es en el silencio pleno de la presencia de la Palabra que es el Señor a quien callados lo adoráis. Un año que Gandía acoge con fervor y entusiasmo el don de Dios: la Adoración Eucarística Perpetua. Después de un año sois testigos de la gracia enorme que significa para la ciudad tener un lugar sagrado donde adorar al Señor sin interrupción y de cómo Él nos va transformando, de gracia en gracia. Decía san Pedro Julián Eymard: “La adoración es un medio para dejarse penetrar por el amor de Dios.” Y esto es lo que vamos descubriendo cuando hacemos la experiencia de adorar al Señor. Una experiencia transformante para cada uno de nosotros, como adoradores, y para la comunidad que se va formando en torno a Jesús en su presencia eucarística. Porque, también lo habéis visto, la adoración edifica la comunidad y hace de ella una fraternidad eucarística, ya que Dios nos ama y nos muestra su amor que nos penetra en la Eucaristía y nos une en torno a ella, vínculo de unidad. Cada vez nos queda más claro que la Adoración Eucarística Perpetua es un don de Dios para este tiempo, y que cada capilla es no sólo un oasis de paz porque ahí se recibe la paz de Cristo, la que el mundo es incapaz de dárnosla, sino también porque se convierte en un faro de luz en esta noche del mundo que nos quiere envolver con sus tinieblas de mal y sus nieblas de confusión. En la capilla todo es claridad. Adoramos a quien ha dicho “Yo soy la Luz” y “Yo soy la Verdad”. Seguramente muchos son ya los testimonios de gracias recibidas, de paz encontrada, y ciertamente habréis también comprobado que las personas que adoran vienen de todas las realidades sociales y espirituales, algunas hasta inimaginables, porque el Señor a todos llama al encuentro, y a los que ya han respondido a la invitación los invita a profundizar aún más cada momento de estar con Él. ¡Cuántos hermanos alejados habrán podido y podrán en el futuro acercarse por vuestro sí! Vuestra acogida al don extraordinario del Cielo, que es la adoración perpetua, ha hecho posible que la capilla esté siempre abierta para que todos puedan acercarse al Señor y Él pueda abrazar a todos y muy especialmente a aquellos heridos por la vida. Habéis abierto una puerta al Cielo para que permanezca siempre abierta. Habéis encendido la luz que vence las tinieblas. Y así como Moisés aparecía con el rostro radiante después de cada encuentro con el Señor, así también vuestra vida es iluminada después de cada hora santa. En todo momento hay algún custodio de la Eucaristía (¡qué bella paradoja divina: custodios de Dios Omnipotente que cuida de cada uno de nosotros!), un centinela de la aurora que hará despuntar el nuevo día. Sí, porque en la adoración, cuando por la fe nos abrimos al amor, también cultivamos la esperanza. Noche y día desde Gandía se elevan himnos de silencio a nuestro Creador y Salvador. Noche y día se le da gracias, se intercede, se le suplica, se lo alaba, se repara, en adoración.
No podemos parar de agradecer y dar gloria a Dios por tantos beneficios. Ni tampoco de adorarlo. Recordemos aquellas palabras del santo Juan Pablo II cuando escribió: “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad de culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento de amor. No seamos mezquinos con nuestro tiempo al ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación plena de fe y pronta a reparar las grandes faltas del mundo. Que nuestra adoración no cese jamás” (Dominicae Cenae. Juan Pablo II. 1980). ¡Adoración incesante es adoración perpetua! Como palabras finales quiero recordar algo que dijo aquel gran adorador y predicador que fue Mons. Fulton Sheen: “Tendrás que combatir muchas batallas, pero no te preocupes porque al final ganarás la guerra ante el Santísimo Sacramento”. Rezad mucho por nuestra Iglesia, por vuestra ciudad y por todos nosotros, esta comunidad eucarística extendida en el espacio que quiere llevar a todos a gozar de la Presencia del Señor y a que reciban sus ingentes bendiciones. Que el Señor os siga colmando de sus bendiciones
En Cristo y María
P. Justo Antonio Lofeudo MSE 

Testimonio de un adorador.

La alegría, recibida por hacerse realidad la adoración perpetua en la capilla del monasterio de las Clarisas de Gandia, y el vinculo que nos une por ser la madre de una de las hermanas de la comunidad... me motivo..... y doy gracias a Dios por el regalo tan inmenso que me ha concedido, para venir cada semana a estar una hora con el Señor como adoradora. Doy gracias a Dios no solo por mi, sino por mis hijos que me acompañan..... ellos se ofrecieron sin pedirlo, solo sabían que deseaba venir... y que sola no podía. No conduzco, vivimos a unos 45 km de distancia, de forma que utilizamos mas tiempo en ir y venir que estar en la PRESENCIA DEL SEÑOR pero aunque fuese menos le daría igualmente las gracias, merece la pena el esfuerzo. Es una BENDICIÓN. Nunca podré expresar con palabras la alegría que siento… el bien que puedo hacer orando por todos y el mundo entero. Estoy segura cuanto bien!!! hará también a los matrimonios de mis hijos en momentos de crisis o dificultades..... Creo verdaderamente que están protegidos.... Y me atrevo a decir, que el señor continuara su obra con mis nietos.... El es así de generoso, siempre paga con el ciento por uno.... 

TODO SEA PARA GLORIA DE EL. 
Maria. Un saludo.